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  • Foto del escritorAmandOcéano

Happiness Comes in Waves

Por Samantha Casanova (@samymarina1)


Como puertorriqueñes, la playa es gran parte de nuestra identidad. No todas las personas son iguales, pero para mucha de nuestra gente, la playa es una característica unificadora. Para mí, la playa siempre está cuando necesito despejar la mente. Siempre está, como una base que no me falla, que siempre me aguanta y me cura de mis males. Las playas de Puerto Rico son preciosas, son reconocidas mundialmente y están llenas de vida. Las personas disfrutamos de ellas, al igual que nuestras mascostas y muchas otras criaturas.



Mi perrita Daisy es una que siempre se ha disfrutado la playa. Ella es de lo más importante que tengo en mi vida, y el amor a la playa es algo que compartimos. Desde puppy, cada vez que la llevaba a la playa se volvía loquita brincando, corriendo y jugando. Creciendo, tuve el privilegio de criarme en una urbanización en la cual había una playa. Todos los días que salía de la escuela, caminaba con mi nena a la playa. Ella siempre sin leash, feliz y obediente. Llegábamos a la arena y ella rápido a correr de lado a lado, a hacer boquetes y a llenarse de arena. La felicidad que le daba cuando estaba en la playa era pura y bella, y por eso la llevaba todos los días. Y pues claro, porque a mi me hacía igual de feliz que a Daisy. Ahora que Daisy está mayor, ella no puede oler ni escuchar bien. Está ciega y senil. Daisy no está consciente de sus al rededores, camina dándose con todo lo que tiene al frente, se tropieza mucho y anda perdida. Solo se puede dejar llevar porque ha vivido en la misma casa toda la vida y se la sabe de memoria.


Puede haber perdido toditos sus sentidos y la mente, pero sigue siendo cariñosa, juguetona y feliz, y seguimos llevándola a la playa. Hasta así como está, la llevamos a la playa y se emociona. Ella ya no ve y nunca realmente sabe dónde está. Para llevarla a la playa la llevamos en carro y la cargamos hasta la arena. A la que toca la arena, se transforma a la misma puppy que corría de arriba para abajo, llenándose de arena, corriendo hacia todas las personas que encuentra para sobitos y con una emoción y felicidad que se ve y se siente.


La playa imparte una felicidad que va más allá que nuestros sentidos, va más allá que lo que podremos entender. Es algo preciado que hemos recibido de regalo de parte de Pachamama, y hay que cuidarlo. Es prioridad cuidar la playa, mantenerla limpia y respetarla. Solo así podremos seguir disfrutando de ella, nosotres, nuestras mascotas y toda la flora y fauna que las habitan.


 

¡Contacta a Samantha y dile lo que pensaste de su artículo!


Instagram: @samymarina1


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